El bingo es probablemente uno de los juegos más fáciles del planeta, junto con “piedra, papel o tijera” y “quién se comió el último pedazo de pastel”. Solo necesitas tarjetas de bingo, fichas de bingo, saber contar hasta 75 sin sudar, ojos de halcón y, claro, ¡un premio! (Preferiblemente uno que no sea una bolsa de caramelos duros olvidados en una gaveta). Incluso los niños pueden jugar, aunque algunos te harán trampa descaradamente.
¿Cuál es el objetivo del juego?
El objetivo es completar el patrón indicado en la partida actual, ¡pero con la menor cantidad de bolas posibles! Porque sí, en el bingo también hay eficiencia. Los patrones se deciden antes de empezar y pueden ser de todo tipo: una línea horizontal, vertical, diagonal, una equis, un cuadro o el temido “lleno total”, en el que tienes que marcar toda la tarjeta (y rezar para que nadie grite bingo antes que tú).
¿Cómo es la famosa tarjeta de Bingo?
La tarjeta tiene las letras B, I, N, G y O arriba, marcando cinco columnas. Cada columna tiene números específicos:
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B: del 1 al 15
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I: del 16 al 30
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N: del 31 al 45 (y en el medio hay una casilla gratis, sí, GRATIS)
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G: del 46 al 60
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O: del 61 al 75
Solo hay cinco números por columna, así que no te emociones demasiado con la pluma.
¿Y cómo se juega esta maravilla?
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Consigue una tarjeta de bingo. O varias, si eres un pulpo multitarea.
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El anfitrión (a veces con voz de locutor de radio AM) anunciará el patrón a formar.
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Luego empieza la fiesta: el anfitrión dirá una letra y un número, por ejemplo: “¡O-70!”.
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Miras tu tarjeta y si tienes ese número en la columna O, lo marcas.
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Se siguen cantando bolas hasta que alguien completa el patrón.
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Esa persona debe gritar “¡BINGO!” como si le fuera la vida en ello.
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El anfitrión verifica los números (nada de inventar).
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Si todo está correcto: ¡premio al instante!
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Se puede comenzar otra partida con otro patrón y otra excusa para gritar y comer galletitas.
Consejo de oro brillante (y de sentido común)
¡Nunca grites BINGO si no has ganado de verdad!
A menos que quieras ganarte las miradas asesinas de una señora llamada Gladys que lleva 20 años jugando bingo y nunca ha perdonado una falsa alarma.
Conclusión
El bingo es simple, divertido y perfecto para pasar el tiempo con amigos, familiares o completos desconocidos con talento para gritar. Aprende las reglas, no inventes patrones raros y recuerda: la casilla “free” no se marca, pero se agradece.
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